miércoles, 4 de mayo de 2011

Los conceptos de Ciudadanía: educación y cultura en las aulas.


El pasado jueves 28 de abril, tal como se decía en la entrada anterior, el Sr. Joan Manuel del Pozo (Dr. en Filosofía por la Universidad de Barcelona y ex consejero de Educación y Universidades de la Generalitat de Catalunya) realizó en Ripoll una conferencia bajo el título Ciudadanía: educación i cultura. La exposición giró alrededor de los derechos y deberes necesarios para vivir en sociedad. También se hizo especial hincapié en que la democracia necesita de la educación y la cultura de sus ciudadanos, valores que hoy en día parecen perder peso si se observa qué ejemplos triunfan en los medios de comunicación de masas. La conclusión fue que el sistema democrático es frágil en el sentido que depende de la fuerza que la ciudadanía le otorgue. Si la ciudadanía no da importancia a la educación y la cultura el valor de la democracia disminuye.

A continuación, me voy a permitir trasladar (de la mejor manera que pueda) las reflexiones del Sr. Del Pozo al mundo de las aulas.

La actual sociedad parece delegar la actual educación en las instituciones educativas, lo que es un error. Si el fin de la educación en formar a los ciudadanos del mañana, es necesario que los alumnos puedan ver reflejados los conocimientos y valores en el mundo real. De nada sirve el trabajo de los docentes dentro de las cuatro paredes de un aula, si cuando los alumnos salen por la puerta del centro no ven como su formación como ciudadanos sigue en todos los aspectos de su vida. Hecho que por otro lado es uno de los objetivos de las actuales competencias básicas, lograr que el alumnado entienda que su formación va más allá de su etapa como estudiante, que será algo que le acompañará durante toda su vida. Entonces, todos los miembros de una sociedad tienen la responsabilidad de educar a los demás miembros de la misma. Cuando alguien entiende que cada una de sus acciones (todo acto humano debe entenderse como acto educativo) tiene repercusión en los demás, tiende a ser mejor persona.

Otro gran eje de la conferencia se basó en la realidad que la sociedad cada vez más una sociedad global. Hoy en día nos encontramos que en pequeños espacios como las aulas hay multitud de pequeñas sociedades, lo que convierte la gestión de las clases en algo tremendamente complicado. A mi modo de entender, que las aulas estén masificadas es una situación que no favorece la integración y la convivencia de las diferentes culturas que se puedan encontrar en el mismo espacio: a mayor número de integrantes en un grupo en un espacio acotado, más posibilidades tienen sus integrantes de encontrar individuos similares, culturalmente hablando. Ahora pensemos en las dificultades de adaptación y relación que muchos adolescentes padecen, de manera que si encuentran otros compañeros parecidos, culturalmente hablando, por comodidad, no harán el esfuerzo de relacionarse. Obviamente, forzar las interacciones entre los integrantes de las pequeñas sociedades que son las clases no es tampoco una buena idea. Sin embargo, planear actividades educativas con grupos heterogéneos que se deban llevar a cabo fuera del entorno y del horario lectivo puede llegar a ser una buena herramienta para favorecer la integración, la confianza y la responsabilidad en y ante en el grupo.

Un gran enemigo de la labor educativa es el tiempo. Ahora parece que el tiempo se entiende como ir saltando de momento en momento. A nadie se le escapa que vivimos en una sociedad que le está dando más valor al placer inmediato que al hecho de lograr algo mediante el esfuerzo. La educación necesita la pausa para construir y afianzar los conocimientos. El presente parece ser todo lo que importa. Aquí todos somos culpables. Los docentes porque quieren aumentar los buenos resultados académicos de los centros, los estudiantes porque al estar plenamente inmersos en una cultura de acceso inmediato a todo no se preocupan por entender lo que les rodea, y los padres porque sólo valoran el esfuerzo de sus hijos según los resultados que reflejen los boletines de notas. Por lo tanto, hasta que no se entienda la educación como una inversión de futuro en vez de un trámite para sacar beneficios inmediatos, todo el proceso educativo (dentro y fuera de la escuela) está predestinado a los números que reflejan los informes sobre fracaso escolar que continuamente se pueden ver. Pero si se logra, en el presente, que los ciudadanos del mañana se eduquen con la idea de forman parte activa de la sociedad, en el futuro se sentirán responsables de lo que les rodea.

La clave de todo es el conocimiento. Si el alumno logra adquirir y afianzar los conocimientos necesarios para vivir y convivir en sociedad querrá decir que poseerá para el futuro una de las herramientas imprescindibles para crecer como persona, el pensamiento crítico. Los hechos, los datos, si no se pasan por el filtro del pensamiento crítico no tienen sentido, ya que no llevan a ninguna conclusión útil.

Es así, cuando el alumno logra integrarse en la pequeña sociedad que es el aula; cuando reconoce el valor y la dignidad de las diferentes culturas que confluyen en ese pequeño espacio (en otras palabras, cuando logra simpatizar con los demás); cuando el alumno no sólo es capaz de aprender dentro del aula, sino también fuera de la misma; cuando entiende que para lograr algo se tiene que dar todo un trabajo (dando igual el tiempo que el mismo conlleve) que es igual de enriquecedor que la meta; es entonces cuando está listo para vivir y convivir en sociedad.

Más información en el blog del Dr. Joan Manuel del Pozo (click aquí).

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